Los jacobinos no han tenido mucha suerte en el imaginario colectivo contemporáneo. Una visión, procedente principalmente del marxismo vulgar, considera el periodo jacobino de la revolución como una etapa de la denominada "revolución burguesa", una etapa popular pero pequeño-burguesa al fin. Desde su perspectiva, hasta la llegada de Marx todo es páramo.
La segunda visión, que abunda en los medios de comunicación, procede de los nacionalistas periféricos, quienes, con más ignorancia que maldad, suelen tildar de "jacobinos" a sus oponentes cuando los quieren acusar de centralistas.
Sin embargo, el modelo jacobino es social pero no estatista. Incluso en sus textos se apunta la posibilidad de una sociedad sin estado, o en cualquier caso con un estado mínimo, basada en la comunidad auto-controlada. Y, mientras no se pueda prescindir del magistrado, éste debe estar completamente subordinado al legislativo. Ahora bien, para garantizar la independencia del legislativo, es decir, del soberano, cada uno de sus constituyentes, los ciudadanos, debe ser independiente. Y no es ésta la situación: cuando alguien se encuentra subordinado por razones políticas, económicas, etc., no es libre y por tanto no es independiente. El proyecto truncado del sector robespierrista de los jacobinos se encamina precisamente a dotar de esta independencia a todos los ciudadanos y por eso apunta al corazón del asunto: la propiedad. Nadie puede ser verdaderamente libre en un mundo radicalmente desigual y donde el acceso a la propiedad está reservado en exclusiva a las clases pudientes.

  • Editorial: EL VIEJO TOPO
  • Paginas: 216
  • Idioma: Castellano
  • Peso: 266
  • Encuadernación: Papel
  • ISBN 9788496356665

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